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Artículo
La primera celebración del Grito de Dolores

Por Miguel Ángel Fernández Delgado - INEHRM
 

 

El acto que dio inicio a la lucha por la independencia de México no se conmemoró a partir del triunfo del movimiento insurgente, en 1821, sino que comenzó en fecha muy temprana, en plena lucha y en un campamento de batalla, apenas a dos años de haberse escuchado el famoso Grito de Dolores.

Pocos de los caudillos que acompañaron a Hidalgo desde aquella histórica madrugada del 16 de septiembre de 1810 seguían con vida doce meses después. Ignacio Allende, Juan Aldama y José Mariano Jiménez habían sido capturados, juzgados, fusilados por la espalda y decapitados el 26 de junio de 1811; Mariano Abasolo, enviado a prisión vitalicia en España. El cura de Dolores, detenido con los anteriores, el 21 de marzo, por ser sacerdote, tuvo que sufrir un juicio eclesiástico, además del militar que se abrió contra todos ellos. Su vida fue interrumpida, casi del mismo modo que la de sus compañeros, el 30 de julio. No hubo nada que celebrar ese año.

Sin embargo, en 1812, la flama de la insurgencia se mantenía viva a pesar de la muerte de sus líderes más conocidos. El relevo lo tomaron, por separado, Ignacio López Rayón y José María Morelos. El primero instaló, el 19 de agosto, en Zitácuaro, la Suprema Junta Nacional Americana, la cual imitaba el modelo de las juntas establecidas en España para resistir la invasión francesa. Además de López Rayón, en carácter de presidente, la integraron los vocales José María Liceaga y José Sixto Berdusco. Poco después, se invitó a Morelos para participar como cuarto vocal.

Unos meses atrás, López Rayón había preparado un borrador de ley constitucional, losElementos constitucionales, que concluyó el 30 de abril y envió para su consulta a Morelos, desde Zinacantepec. En apenas 38 artículos trató de reorganizar al país y su gobierno, señalar las funciones de sus organismos, declarar los principales derechos individuales, instituir las figuras del Protector Nacional y de los representantes de Ayuntamiento de provincia, sin permitirse olvidar las fiestas cívico-religiosas que, en lo sucesivo, dejarían eterna memoria de los actos fundacionales de la patria en ciernes y de su patronazgo celestial. De este modo, el artículo 33º de su proyecto ordenaba:

 

Los días diez y seis de septiembre en que se proclama nuestra feliz independencia, el veinte y nueve de septiembre y treinta y uno de julio, cumpleaños de nuestros generalísimos Hidalgo y Allende, y el doce de diciembre consagrado a nuestra amabilísima protectora Nuestra Señora de Guadalupe, serán solemnizados como los más augustos de nuestra Nación.

 

De este modo se consagró, por primera vez, el 16 de septiembre como fiesta cívica nacional, a las que se añadieron la fechas del onomástico de Allende e Hidalgo, respectivamente, sin olvidar la fiesta guadalupana del 12 de diciembre. Hay que señalar que las fechas que aparecen en los Elementos no se refieren, realmente, a los cumpleaños o aniversarios de nacimiento de los caudillos, como apunta su texto, pues Hidalgo nació el 8 de mayo de 1753, y Allende el 21 de enero de 1769; se refieren a la festividad de San Miguel (29 de septiembre) y a la de San Ignacio (31 de julio), que nunca fueron admitidas en el calendario cívico del México independiente.

A comienzos del mismo mes en que fue creada la Junta de Zitácuaro, López Rayón pidió a su secretario, Ignacio Oyarzábal, llevar un registro de sus actividades insurgentes. Esta labor fue continuada por otros que lo sucedieron en el puesto, no todos identificados, y gracias a ellos contamos con un valioso documento titulado: Diario de gobierno y operaciones militares de la Secretaría y Ejército al mando del Exc[elentísi]mo Sr. Presidente de la Suprema Junta y Ministro Universal de la Nación, Lic. Don Ignacio López Rayón, redactado, al menos en la parte que llegó a nosotros, entre el 1º de agosto de 1812 y el 6 de septiembre de 1814. La bitácora es un importante testimonio de las campañas, no nada más del presidente de la Junta, sino de la forma en que se organizaban, de sus vínculos y conflictos internos, e incluso de las ceremonias y conmemoraciones que realizaban los rebeldes para mantener encendido el fuego de la causa.

Los registros que aparecen en el Diario de gobierno y operaciones militares son, por lo general, escuetas anotaciones de las actividades realizadas en el campamento militar que servía, al mismo tiempo, de centro de operaciones políticas para la Junta fundada en Zitácuaro, la cual se vio forzada a desplazarse cuando su seguridad y la de sus integrantes parecía comprometida.

Sin embargo, en ocasiones, sobre todo cuando había algún evento que llenaba de alegría a los rebeldes, aparecen anotaciones más detalladas. Por ejemplo, el 20 de agosto de 1812, el secretario informó que habían recibido un par de composiciones musicales, una de ellas en homenaje al presidente de la Junta y otra dedicada al brigadier Francisco Lorenzo de Velasco, "por la gloriosa acción que el 20 de mayo próximo sostuvo en Lerma contra el perverso Castillo Bustamante".

El doctor Velasco (1784-1816), nacido en Guadalajara, Jalisco, es el caso de un religioso convertido en líder militar dentro del ejército insurgente, similar al de Miguel Hidalgo. Recibió el título de doctor en cánones por la Universidad de Alcalá de Henares. Volvió a la Nueva España, a principios de 1812, en calidad de presbítero y obtuvo una prebenda en la Colegiata de Guadalupe, la que abandonó para unirse al ejército de López Rayón, donde alcanzó el título de brigadier.

A partir del número 21, correspondiente al miércoles 5 de agosto de 1812, Velasco dirigió El Ilustrador Americano, que fundó el doctor José María Cos, en cuyas páginas publicó una impugnación al doctor José Mariano Beristáin y Souza, responsable del diario realista, El Verdadero Ilustrador Americano, y un artículo en defensa de la libertad de imprenta. Sería apenas el primer duelo entre ambas plumas.

De vuelta a los registros conmemorativos del Diario de gobierno y operaciones militares, en Lerma, el 20 de mayo de 1812, Velasco derrotó al realista Joaquín Castillo Bustamante, victoria que desató el júbilo entre los simpatizantes de la causa insurgente, aunque nada sabemos ni de los compositores ni de las partituras o letras, si las tuvieron, de las composiciones que se les dedicaron, a las que se alude el 20 de agosto.

Para celebrar el segundo aniversario del Grito de Dolores, el presidente de la Junta, acompañado, entre otros, por Andrés Quintana Roo, en Huichapan, actual Estado de Hidalgo, ordenó por bando, en los días previos, la iluminación y adorno de las calles para celebrar dignamente el evento. Al amanecer del 16 de septiembre, comenzó el estruendo de los cañones, pero no para confrontar al enemigo realista, sino para celebrar que el movimiento seguía en pleno vigor, mientras un grupo de personas recorría la plaza principal haciendo resonar pequeñas campanas, como quedó testimonio en la entrada correspondiente a ese día:

 

Con un descargue de artillería y vuelta general de esquilas comenzó a solemnizarse en la alba de este día el glorioso recuerdo del grito de libertad dado hace dos años en la congregación de Dolores, por los ilustres héroes y señores serenísimos Hidalgo y Allende, habiéndose anunciado por bando la víspera para que se iluminasen y colgasen todas las calles. Asistió S[u] E[xcelencia] con el lucido acompañamiento de su escolta, oficialidad y tropa a la misa de gracias, en que predicó el Sr. Dr. Brigadier don Francisco Guerrero, y al tiempo de ella hizo salva la artillería y la compañía de granaderos de Huichapa; a las doce, en la serenata, compitiendo entre sí las dos músicas, desempeñaron varias piezas selectas con gusto de S[u] E[xcelencia] y satisfacción de todo el público.

 

Casi con la misma formalidad que el Grito de Dolores, se celebró el onomástico de Miguel Hidalgo el 29 de septiembre, festividad de San Miguel Arcángel. Con el propósito de prepararlo con anticipación, dos días antes, en el Diario de gobierno y operaciones militares, apareció la siguiente nota:

Acercándose la solemnidad de San Miguel, día consagrado a la tierna memoria del serenísimo Sr. Hidalgo, se publicó bando para que con las demostraciones acostumbradas celebre el vecindario la gloria del primer jefe de nuestra libertad.

Ya el día 29, la bitácora que hemos seguido da testimonio de que el afán festivo de los insurgentes se mantenía con idéntica vigencia:

 

En este día se celebraron los años del serenísimo Sr. don Miguel Hidalgo y Costilla, con una solemne misa de gracias, a la que asistió S[u] E[xcelencia] con su escolta y oficialidad y un inmenso concurso; predicó el Sr. Dr. Brigadier don Francisco Lorenzo de Velasco un sermón lleno de unción y de ternura, hizo salvas la artillería de Huichapa y la infantería de Zitácuaro: en la serenata tocó la música piezas de mucho gusto, y las colgaduras e iluminación de las calles en la noche, realzaron el brillo de una función dictada por el reconocimiento y gratitud, y dignísima de su ilustre, inmortal y benemérito objeto.

 

Las operaciones de guerra con sus altibajos continuaron, al igual que los registros del Diario de gobierno y operaciones militares. No existe ninguna anotación relativa a festejos con motivo del aniversario del levantamiento insurgente el 16 ni tampoco del 29 de septiembre de 1813.

En los últimos meses que sobreviven de la bitácora de López Rayón, solamente aparece otra noticia relativa a celebraciones. El 20 de junio de 1814, cuando ya había desaparecido la Suprema Junta Nacional Americana, llegaron a Zacatlán, Puebla, las tropas del insurgente José Francisco Osorno, a saludar a López Rayón, al que pidieron, para celebrar el acontecimiento, se les permitiera organizar una corrida de toros ¡con duración de tres días! El permiso les fue concedido, y los escuetos registros del diario para esos días de diversión simplemente se leen así:

 

Día 21.- En la mañana y tarde hubo toros: S[u] E[xcelencia] asistió a los de la mañana.

 

 

Día 22.- Siguieron los toros, y asistió S[u] E[xcelencia] por la tarde.

 

En el Congreso de Chilpancingo, el 14 de septiembre de 1813, Morelos había ordenado a su secretario, Juan Nepomuceno Rosáins, leer a su nombre el documento por el que el mejor se recuerda al cura de Carácuaro, los Sentimientos de la Nación. En su punto número 23, dejó asentado, con mayor claridad a la expresada por López Rayón en sus Elementos constitucionales, la orden de conmemorar de ahora en adelante la fecha en que Hidalgo dio inicio a la guerra por la independencia nacional:

 

Que igualmente se solemnice el día 16 de septiembre todos los años, como el día aniversario en que se levantó la voz de la independencia y nuestra santa libertad comenzó, pues en ese día fue en el que se abrieron los labios de la Nación para reclamar sus derechos y empuñó la espada para ser oída, recordando siempre el mérito del grande héroe el señor don Miguel Hidalgo y su compañero don Ignacio Allende.

 

Una vez concluida la independencia de México, en 1823, Celaya fue la primera población que en su plaza principal, para recordar este acontecimiento, erigió un monumento. Oficialmente, el aniversario del inicio de la independencia se celebró por primera vez el 16 de septiembre de 1825, bajo la presidencia del general Guadalupe Victoria. Sin embargo, trece años antes, desde 1812, en plena lucha insurgente, sin siquiera tener certeza de que se lograría su objetivo, Ignacio López Rayón y los miembros de la Junta de Zitácuaro que lo acompañaban se habían adelantado a celebrar el famoso Grito de Dolores.

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